viernes, 25 de febrero de 2011

Descubriendo Brideshead


"Dejamos la carretera principal al llegar a Swindon y, a medida que ascendía el sol en el cielo, nos adentramos entre muros de piedras encajadas y casas de cantería. Faltaba poco para las once cuando Sebastian, sin avisar, se metió por un camino de carros y nos detuvimos. Comimos las fresas y bebimos el vino sobre un montículo cubierto de hierba mordisqueada por las ovejas, bajo un grupo de olmos (y, tal como había prometido Sebastian, la combinación de vino y fresas resultaba deliciosa), encendimos gruesos cigarros turcos y nos tendimos de espaldas sobre la hierba. La mirada de Sebastian estaba fija en las hojas de los árboles; la mía, en su perfil, mientras el humo gris azulado ascendía, sin que ningún viento lo estorbara, hacia las sombras verdiazules del follaje. Nos envolvía la dulce fragancia del tabaco, mezclada con los no menos dulces aromas del verano a nuestro alrededor, y los vapores del dorado, exquisito vino parecían elevarnos a un dedo de la hierba y dejarnos suspendidos en el aire.
-Es el lugar perfecto para enterrar una hucha llena de oro -dijo Sebastian-. Me gustaría enterrar un objeto precioso en cada lugar donde haya sido feliz y, cuando sea viejo, feo y triste, volver para desenterrarlo y recordar."


"Conocía de vista a Sebastian mucho antes de mi primer encuentro con él. Era inevitable que ocurriese, ya que, desde su primera semana en Oxford, era el estudiante que más se des­tacaba de su año en razón de su belleza, que era impresionante, y de las excentridades de su conducta, que parecían no tener límites. Le vi por primera vez en la puerta de la barbería Germer y, en aquella ocasión, me impresionó mucho menos su físico que el hecho de que llevara un gran oso de peluche en brazos."


"Estaba de mejor humor. Cuanto más nos alejábamos de Brideshead más parecía librarse de su desazón... de la inquietud e irritabilidad apenas insinuadas que se habían apoderado de él. Avanzábamos de espaldas al sol y parecíamos estar persiguiendo nuestra propia sombra.
-Son las cinco y media. Llegaremos a Godstow a tiempo para cenar, tomar una copa en el Trout, dejarle el coche a Hardcastle y volver andando por la orilla del río. ¿No crees que será lo mejor?
Este es el relato de mi primera visita relámpago a Brideshead. ¡Cómo iba a saber yo entonces que un capitán de infantería de mediana edad un día la recordaría con lágrimas en los ojos!"



Serie inglesa de silencios repletos de miradas reveladoras y de frases preciosas imposibles de recordar. Charles y Sebastian; una buena compañía para esos fines de semana robados al tiempo, de cuando en cuando.

No os recomiendo la nueva versión; en la que según mi humilde opinión y la de A. se han cargado el misterioso y elegante personaje de Sebastian.

También existe la novela... yo aún voy por el principio; aún estoy descubriendo Brideshead.

miércoles, 2 de febrero de 2011

De vuelta a "casa"

Después de unas vacaciones bien largas... más cibernéticas que reales, aquí estoy de nuevo; justo el día que más trabajo tengo. Parece que es verdad eso de que la actividad lleva a más actividad; y viceversa.

No sólo recuperé mi portátil (amado) si no que Papa Noel (ese gran hombre) me trajo un netbook (bien!!!) pero no fue suficiente para acabar con mi abstinencia... La parte buena es que volví a escribir en mi Diario; sí, ese con paginas de papel que antes me acompañaba cada día y ahora guardo en un cajón.



Que seguí inventando más detalles de esa historia imaginaria que siempre ronda mi cabeza, de esa historia interminable de personajes ya íntimamente conocidos.


Terminé el trabajo final que tanta pereza me daba, y hasta tuve tiempo de jugar a Harry Potter y tropezarme continuamente con Hermione y con Ron que no paraban de perseguirme en plan "pesaos". (Ahí los he dejado descansando para algún otro momento de ociosidad).


Y, por supuesto, de ver mis series... muchas... ya las confundo; pero no por ello las disfruto menos. Espero que vosotros también hayais pasado unos meses geniales.

With Love